Mis cuentos...mis miedos...mis circos...

Así empezó todo, con los cuentos...

Al cumplir mis 28 inviernos, una gran amiga me regaló el penúltimo libro de cuentos que coloqué, como siempre, con meticulosidad y de manera pueril, en mi "Estantería cuentífica"(tengo otra científica, pero no merece tanta meticulosidad)

Cuentos Pulga, de Riki Blanco...una belleza para los que amamos este "mundo paralelo de las historias". En su contraportada nos narra:

¡Damas y caballeros! ¡Niños y niñas!
Pasen y lean: podrán admirar las fantásticas actuaciones de la asombrosa trapecista con vértigo, el increíble domador domado, el espectacular escapista que escapa de sí mismo, la contorsionista introvertida, el payaso muerto de un chiste...

¡Pasen y lean, damas y caballeros, niñas y niños!
La función está apunto de empezar.

Me llamó la atención la historia de Regina la Trapecista que, con un enorme vértigo al suelo, estaba enamorada de Capirote...el Increíble Hombre Bala. Pero Capirote, se negaba a salir disparado si no era Regina quien encendiera la mecha de su cañón.

Y es que en la vida como en los cuentos (valga la redundancia) nuestros miedos se unen y se combinan con los miedos del que nos aparece al lado...y se multiplica todo por cien.

Pero Capirote dejó que fuera otro el que encendiera la mecha y cada noche, en cada espectáculo, La Trapecista y el Hombre bala podían disfrutar de su amor apenas un segundo...esperando que cada día comenzara la función.

No paro de salir a escena, siempre comenzando funciones...creyendo ver todos los trapecios vacíos.

Puede ser que se me haya olvidado aplicarme el cuento...Que comience cada fucnión y no me atreva al "¡Más difícil todavía!"; pero así son mis historias, así son mis cuentos, así mis miedos y así mis circos...